Una cucharada de lentejas casi la mata 89 años atrás. Tenía meses cuando su madre, que no podía amamantarla, la dejó al cuidado de la dueña de la pensión. De regreso vio a la beba moribunda y la llevó corriendo al hospital. A los 90, Sophia Loren celebra esa primera vez que esquivó a la parca. El destino le tenía preparado otros coqueteos con el «más allá».
Dos citas de la única entrevista -al diario La Repubblica- que Sophia Loren otorgó horas antes de soplar 90 velitas: «Pienso en todo, ¡excepto en la muerte!”. Y: «Ya no me detengo en lo que perdí».
Recuperada de la operación de urgencia tras una caída en su mansión de Suiza -sufrió lesión de fémur-, el monumento al cinema italiano, prefiere huir de la nostalgia. Dejó de lamentarse por esa infancia traumática intervenida por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, por su estadía en la cárcel y por todas esas veces que tocó fondo y se hundió .
Su pueblo la espera envuelta de un diseño de Giorgio Armani para salir a recibir el cariño popular, pero la gran monarca prefiere la fiesta intimista. La reina sin corona camina ahora más lento y elige minuciosamente a quién entregarle lo que le queda de vida..
Ni las arrugas ni los límites físicos de la edad pueden ser tema de preocupación para la mujer que en los 40′ aprendió a esquivar cadáveres, mientras corría a refugiarse al túnel ferroviario del tramo Pozzuoli-Nápoles. «Extendíamos los colchones sobre las piedras, al lado de las vías, y nos dábamos ánimo uno con otro mientras llorábamos», suele recordar como para dejar en claro el verdadero listado de prioridades.
En sus ojos color avellana y en la luz de la mirada está sintetizado todo su derrotero de vida. Supo lo que era ser alcanzada por una ametralladora y terminar sangrando. De niña fue rozada por un disparo en el mentón y salvó su vida. «Hubo días en que no teníamos una miga para llevarnos a la boca», recuerda en su autobiografía.» Mi madre salía a mendigar, pero a veces regresaba con las manos vacías. Un pan duro podía ser un manjar rebanado por la abuela».
Centro de una serie de homenajes, con celebraciones organizadas por el Ministerio de Cultura de Italia y por Cinecittà, Roma se prepara para este cumpleaños descomunal de «La Vesubio de la belleza«. En la Piazza della Repubblica, por ejemplo, la espectacular Fuente de las Náyades y los alrededores serán escenario de una festividad fuertemente blindada.
Loren, la cara de la pasta italiana.,En el interior del hotel Anantara se inaugurará la Suite Sophia Loren y la RAI preparará una programación especial para honrar a su majestad. Los agasajos prometen continuar hasta fin de año, con una retrospectiva de sus películas en Los Ángeles en noviembre, y otras sorpresas.
Sus días transcurren plácidamente en Ginebra, donde está radicada, con la contención de su familia, su hijo Carlo Jr. (casado con la violinista Andrea Meszaros), su otro hijo, Edoardo (en pareja con la actriz Sasha Alexander), y los cuatro nietos de Loren, Lucía, Leonardo, Vittoria y Beatrice.
«Yo luché contra todo, pero desde siempre las mujeres han recorrido un largo camino hasta la cima», advierte en el reportaje reciente de La Repubblica. «Kamala Harris en Estados Unidos y Ursula von der Leyen en Europa son ejemplos de mujeres que no sólo viven según sus visiones de progreso e igualdad, sino que su misión es hacer realidad estas batallas en beneficio de todas”.
«Algunos de mis mejores momentos los pasé en la cocina», confiesa la diva italiana.
Napolitana por adopción
A Sofia Villani Scicolone (su verdadero nombre) la vimos por última vez en cine hace cuatro años, gracias a Netflix, en La vita davanti a sé, o La vida por delante. En un extenso reportaje otorgado a La Repubblica, dejó entrever que está lista para rodar de nuevo a las órdenes del director Edoardo Ponti, su hijo (del matrimonio con el productor Carlo Ponti).
La cámara no se cansará jamás de sus mil expresiones, de sus matices, de sus parpadeos de reina. Entrevistada por Natalia Aspesi para La Repubblica, reconoció que de sus más de 80 películas, se queda con La ciociara y Un día particular.
¿Cómo elegir entre una filmografía descomunal, que incluye películas dirigidas por Charles Chaplin, Ettore Scola, Vittorio De Sica… ? Su andar de gacela por el desierto del Sahara en La leyenda de los perdidos; su modo de bailar el rock en Casa flotante; su estilo para soltar el humo del cigarro en Todo comenzó en Nápoles, o para llevar una capelina gigantesca en Prêt-à-Porter, o para oler una flor en La caída del imperio romano.
Sophia Loren montó un imperio gastronómico en Italia, una cadena de restaurantes a su nombre. (Archivo Clarín)«Stuzzicadenti» (escarbadientes, como le llamaban en la infancia) traccionó casi tantos millones como Ferrari, Vespa o Versace y eclipsó a Hollywood. Bocaccio’ 70, Los girasoles, Ayer, hoy y mañana, Matrimonio a la italiana y otra decena deberían ser material obligatorio en las plataformas de streaming.
Cuenta la leyenda que Riccardo Scicolone, de orígenes aristocráticos, ferroviario, había enamorado en el otoño de 1933 a Romilda Villani, artista frustrada que cambió sus sueños de Cinecittá cuando se enteró de que estaba embarazada de su primogénita (Sophia).
«Llegué yo y agüé la fiesta. Cuando Riccardo se enteró del embarazo de Romilda, se desanimó y se fue distanciando. Yo no formaba parte de sus planes. Me dio su apellido y una gota de sangre azul», contaba Loren. «Nunca he tenido un verdadero padre pero, en compensación, soy vizcondesa de Pozzuoli, noble de Caserta y marquesa de Licata Scicolone Murillo».
Ante el abandono en Roma, donde parió, Romilda compró un billete y volvió a su casa de Nápoles. «Bastó una mirada para que la abuela nos abriera la puerta de par en par, nos abrazase y nos albergara como si su hija nunca se hubiera ido. La Nonna sacó el licor, las copas buenas y después de un brindis se ocupó de mí. ‘Esta criatura necesita leche’, dijo. Llamaron a una nodriza y a cambio de mi salvación toda la familia ofreció a San Gennaro el sacrificio de no comer carne durante meses».
Loren en el Festival de Cannes, en 2014. (AP).Para ganarse la vida, la madre de Loren tocaba el piano en trattorias y escapaba a Roma de vez en cuando para ver a Riccardo. Un buen día se presentó ante los padres embarazada por segunda vez.
El primer trabajo artístico de Loren fue en fotonovelas. A los 16, se enamoró de Carlo Ponti, a quien consideraría años después «el padre que no tenía». Ella se había presentado como candidata a Miss Roma, certamen del que Ponti era jurado. Los ás de 20 años de diferencia no importaron. El flechazo terminó en un matrimonio y dos hijos.
Tenía 17 años cuando obtuvo su primer papel, en Quo vadis, de Mervyn LeRoy. No hablaba inglés, pero piloteó el asunto a pura sonrisa. «What’s your name?», le preguntaron en la prueba. «Yes«, asintió y quedó contratada. «En mis comienzos decían que era imperfecta para el cine. Boca demasiado grande, nariz demasiado larga. Siempre algo de mi cuerpo era demasiado«.
La muerte volvió a rozarla en 1955. Estaba por asistir a un evento de promoción en Bruselas, pero canceló a último momento. Los organizadores decidieron que viajara en su lugar la actriz Marcella Mariani (Miss Italia 1953). El avión de regreso, un DC-6 de una compañía belga, se estrelló en el Monte Terminillo. Murió Marcella.
Sophia Loren (Captura video)
Cárcel y otras sorpresas
En 1982, vivió la pesadilla de pasar 17 días en prisión. Temas impositivos la obligaron a dejar los brillos y a mirar detrás de los barrotes.
Cumplió su pena en Caserta, a 200 kilómetros de Roma. A su aterrizaje en el aeropuerto de esa ciudad (proveniente de Ginebra) la esperaba un agente para esposarla. En 2013 llegó la justicia tardía: la Corte Suprema Italiana determinó que la actriz no debía haber terminado en la cárcel por evasión fiscal.
Viuda desde hace 17 años, la ganadora de dos Oscar (a mejor actriz, en 1961, por la película La ciociara y uno honorífico entregado en 1991) aprendió a plantarse como anti-dietas y militante de la comida. Montó un imperio gastronómico con su nombre, una cadena de restaurantes en Florencia, Milán, Roma y Bari.
Muestra fotográfica del calendario Pirelli.«Las horas que pasé en la cocina, amasando, friendo y horneando fueron de las más felices de mi existencia. Nunca olvidaré los frijoles con chicharrón que me pedía mi amigo-hermano Marcello Mastroianni», suele repetir una de las mejores cocineras de Italia. «La comida es sagrada, un acto de amor que no debería intentar anular ningún modelo hegemónico de belleza».
Después de varias batallas y algunos encuentros cara a cara con la muerte, finalmente aprendió que «la juventud está en la mente»: «Cuando aprendas a valorar tu talento y lo que le aportas a la vida de las personas que amas, realmente habrás vencido a tu edad».