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El dólar anclado, la clave de Milei para el 2025 electoral

Es un clásico de la política argentina: los años impares son de elecciones y de intento de los gobiernos de mantener quieto al dólar.

El intento es comprensible: un dólar estabilizado es uno de los pilares necesarios para contener la inflación, y en un año de elecciones legislativas, permitir cierta recuperación del poder de compra de los salarios y, por tanto, del consumo popular.

Si hay alguien que lo tiene claro es el presidente Javier Milei que, entre otras cosas, ya adelantó su intención de reducir el ritmo de aumento del dólar oficial en el intento de consolidar el descenso de la inflación.

El Presidente dijo que, si se confirma que el aumento del costo de vida en diciembre resulta similar al 2,4% de noviembre, bajaría de 2% a 1% el ritmo de suba del dólar oficial, que está $ 1.048,40 (el mayorista).

Esa jugada llegaría en un momento cambiario particular de la Argentina.

El tipo de cambio real perdió a lo largo de 2024 prácticamente todo lo ganado con la devaluación de fines de 2023, y la economía se encamina a transitar una nueva era de apreciación cambiaria con lo que eso implica: la tendencia hacia un país más caro en dólares con menos incentivo para exportaciones sensibles como las del campo y un aliento claro a las importaciones y el turismo en el exterior.

Para el Gobierno, el camino hacia el “peso apreciado” resulta inexorable, los mercados aplauden y siguen gozando del eco que generaron ganancias extraordinarias que deja 2024 para los tenedores de bonos y acciones de las compañías que trabajan en el mercado interno.

El fin de año de calma cambiaria transita lubricado por la certeza de que el Gobierno le pagará a partir de la semana próxima US$ 3.100 millones a los bonistas que apostaron por la recuperación de la confianza en el crédito público y ahora les va bien.

Pero, como sostiene el informe “Cuentas Externas bajo observación” de la consultora Empiria (Lacunza/Gadano): “La significativa apreciación del peso a lo largo de 2024 (inflación de 118% frente a una suba nominal del tipo de cambio de 59%) presiona la sostenibilidad de las cuentas externas”.

Basa su argumento en que si bien el año cerrará con un superávit comercial de US$ 18.000 millones, “el dinamismo de las exportaciones (+17% por normalización de la cosecha después de la sequía, +25% de exportaciones primarias e impulso del sector energético, 20%) y la atonía de las importaciones (-19% en un año recesivo) difícilmente pueda sostenerse con una recuperación de la actividad y menores precios de los commodities agrícolas”.

Frente a esa postura y aun teniendo en cuenta que por turismo al exterior este año saldrán US$ 6.000 millones, la visión de Economía es muy distinta.

Consideran que en las últimas dos semanas dieron muestra acabada de intervenir en el mercado para mantener quieto al dólar y que la reducción del 2 al 1% de devaluación podría no ser de una vez sino administrada a lo largo del primer cuatrimestre de 2025.

Los funcionarios se muestran tranquilos sobre poder conseguir los US$ 11.057 millones para pagar los intereses de la deuda en 2025 y para eso sacan a relucir la posibilidad de un nuevo acuerdo que incluya dinero fresco con el Fondo Monetario Internacional.

Además, dejan trascender que no tienen apuro en ponerle fin al dólar “blend” por el que se liquidan el 20% de las exportaciones al dólar CCL y que en 2024 volcó al mercado libre ayudando a bajar la brecha cambiaria más de US$ 7.600 millones.

La combinación de dólar blend e intervención directa del Banco Central en el mercado ratificaron en las últimas horas la convicción oficial sobre la vigencia del esquema de apreciación cambiaria que, en el plano internacional, enfrentará dos desafíos.

El jueves 26 de diciembre, el Banco Central Brasileño puso US$ 3.000 millones antes del comienzo de la rueda en el intento de serenar un dólar que en 6,20 reales amenazaba con dispararse.

Un real más débil le agregará potencia a las exportaciones brasileñas hacia nuestro país y el resultado de la balanza turística de este verano resulta un importante llamado de atención.

El otro frente está generado por el anticipo de los mercados a la asunción de Donald Trump para su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos el próximo 20 de enero.

Los operadores financieros se inclinan por esperar una moderación en la reducción de la tasa de interés y mayor fortaleza del dólar a nivel mundial. La contracara más temida es la debilidad de los precios de las materias primas y el de la soja en US$ 360 está en el ojo de la tormenta.

Cuando el dólar se fortifica, las monedas de los países emergentes se devalúan, pero el peso quiere jugar su propio partido.

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