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Así es por dentro el World Trade Center, primer edificio de oficinas que está en Punta del Este pero no en Uruguay

“Trabajar en el mejor lugar para vivir”, es el eslogan que asoma en uno de los balcones del World Trade Center, el edificio de 27 pisos, ubicado sobre la calle Gorlero, frente a la Plaza de los Artesanos, que será el más alto de Punta del Este, cuando sea inaugurado listo en septiembre próximo. Con una inversión de 75 millones de dólares, el WTC ocupará la primera zona franca de servicios de Maldonado, por lo que estará libre de impuestos.

Estamos en la puerta pero no hay puerta todavía, sino una empalizada de chapa en la que, del otro lado, están trabajando unos 200 operarios. Nos espera Ernesto Kimelman, el arquitecto desarrollista, que de entrada nos sorprende. “Como estamos en una zona franca, que se llama exclave aduanero, en este momento estamos fuera de Punta del Este, fuera de Uruguay. Este enclave territorial no esta al alcanzado por las normativas del país, ni tampoco rigen las imposiciones fiscales. Cuando este edificio esté en funcionamiento, aquí habrá una oficina de seguridad y una aduana que protegerá la seguridad del lugar”.

Clarín consiguió un permiso para visitar el edificio más esperado de Punta del Este, que sólo tendrá oficinas que se alquilarán, ya que el Estado prohíbe la venta. Se estima que el metro cuadrado costará entre 30 y 45 dólares, dependiendo del piso y de la vista. La obra será la primera con certificación LEED (Líder en Eficiencia Energética y Diseño) de la ciudad.

Habrá cinco plantas de estacionamiento y veintiuno de oficinas. “No tendrá piso 13, una tendencia que procede del World Trade Center Association de los Estados Unidos, donde hay mucha superstición”, sonríe Kimelman.

Construcción del nuevo edificio de oficinas World Trade Center que será una zona franca en el centro Punta Este. Foto: Juano Tesone / Enviado especial

¿Qué significa que sea una zona franca?, se consulta a los anfitriones. “Que no se pagará ningún impuesto de ningún tipo: ni a la renta, ni al patrimonio, ni IVA. Nada. Es una especie de paraíso fiscal“. Con el funcionamiento del edificio, Punta del Este podrá brindar trabajo “a por lo menos 1.500 personas todo el año, altamente remuneradas. Sin duda que el WTC generará una mejora absoluta de la calidad de vida de la población”.

Se suma a la visita Ignacio Del, gerente general, quien llega a la torre con Alejandro Narancio, un emprendedor de software, posible inquilino. Ingresamos por unos molinetes y nos dirigimos a un enorme montacargas que nos subirá al piso 24, donde podemos conocer de qué se trata. De inmediato, la vista es impactante: panorámica, 360 grados, que permite ver tanto la playas de La Mansa como la de La Brava.

“Será una torre ciento por ciento para oficinas”, dicen el desarrollista Ernesto Kimelman y el gerente general Ignacio Del. Foto: Juano Tesone / Enviado especial

“Comercializamos de tres maneras: por un lado, entregamos la oficina en obra gris, así, en rústico, para que cada empresa que se instale le realice el equipamiento de acuerdo a su cultura y necesidad. Por otro, ofrecemos oficinas equipadas, con todos los servicios que se pueden imaginar, all inclusive (internet, mobiliario, equipamiento, limpieza). Sólo hay que venir con una computadora y listo. Y la tercera variante es que brindamos el servicio de ayudar en la tarea de armar la oficina con gente especializada”, explica Del. “Cada una de las variantes tiene sus precios”.

A la hora de hablar de costos, un espacio all inclusive para cuatro o seis puestos oscila entre los 3.000 y 5.000 dólares por mes. Cada piso tiene 800 metros cuadrados. La empresa que quisiera rentarlo deberá pagar unos 25.000 dólares, pero tienen una base de 19.000 mensuales, siempre dependiendo del piso, cuanto más altura, más costoso. “Las plantas se pueden dividir en mitades, cuartos y octavos. Se puede tener una oficina de 60 metros cuadrados, una de 350 o, la más amplia, de 750”, acota Kimelman.

La seguridad del edificio es responsabilidad de la empresa desarrollista. “¿Por qué no se venden las oficinas? -se pregunta retórico Kimelman-, porque hay un gerenciamiento general responsable frente al Estado de lo que pase adentro del edificio. Nunca se venderá ninguna oficina del WTC, excepto que cambie la ley en Uruguay, es un tema normativo”.

Pese a la penumbra al tratarse de un edificio todavía sin luz, se advierten las dimensiones de los pisos y una vista soñada. Foto: Juano Tesone / Enviado especial

En una Punta del Este con remodelaciones y obras en cada rincón, pero de departamentos para vivienda, “el del WTC es el único edificio de oficinas que se está construyendo en la península, simplemente porque Punta del Este es sinónimo de vacaciones, ocio y entretenimiento”, apunta Kimelman. “Pretendemos modificar esa matriz, por eso ratificamos el latiguillo de trabajar en el mejor lugar para vivir“.

“Ernesto no te lo va a decir -desliza Del- pero junto a su estudio lograron con WTC Montevideo (su primera torre se inauguró en 1998 y la última, la sexta, en 2020) cambiar no sólo el landscape, sino la inercia de la capital uruguaya. La despojaron de esa antigüedad tan montevideana, para modernizarla y transformarla en el polo de negocios más importante de nuestro país. Lo mismo sucederá con Punta del Este: se buscará quebrar un estilo y modificarla, y llevarla a ser el centro de negocios del futuro”.

“Punta del Este tiene muchísima actividad económica, pero no tiene un lugar donde desarrollarse, ni reunirse -sostiene Kimelman-. Si ahora vamos al Grand Hotel, que es como el centro de reuniones empresariales, vamos a encontrar en el lobby cantidad de personas haciendo negocios pero en la planta baja, un lugar incómodo y sin herramientas suficientes para entablar un vínculo laboral”.

En el montacargas de la obra del WTC rumbo al piso 24. De fondo, la imponente vista del Atlántico. Foto: Juano Tesone / Enviado especial

Clarín recorre el inmenso piso circular zigzagueando entre bolsas de materiales, vigas, maderas y montañas de escombros, lo que produce un bienvenido vértigo sobre cuando uno se acerca a los ventanales vidriados que invitan a una vista de ensueño. “Me interesa mucho un lugar como este para nuestra empresa, pero buscamos algo chiquito”, dice Narancio. “Que haya una zona franca, el ecosistema y la seguridad son razones como para elegir este lugar”.

A diferencia de la recientemente estrenada Torre Trump, que este medio visitó el verano pasado, el WTC es una torre ciento por ciento de oficinas, pero no está pensado para la vivienda. “Trump es un edificio de residencias, con servicios de hotelería, cosas que aquí no habrá”, remarca Del. “En 2017 empezó el proyecto como un edificio convencional de oficinas, pero a comienzos de 2022, antes de que se inicien las obras, lo convertimos en zona franca”. En junio, en el inicial, se hizo presente el presidente Luis Lacalle Pou.

En plena obra. Clarín visitó la torre de WTC mientras los operarios se encontraban trabajando. Foto: Juano Tesone / Enviado especial

A menos de ocho meses para su inauguración se alquiló el 25 por ciento del total de las oficinas, destacándose Dentons, uno de los estudios de abogados más importantes del mundo, además de empresas de Estados Unidos, Brasil y Argentina. (Mercado Libre y Globant se encuentran basadas en el WTC de Montevideo). “No podemos develar qué empresas, pero la mitad de ese veinticinco por ciento son empresas argentinas”, hacen saber los anfitriones.

“Para la Argentina puede ser una puerta muy importante para simplificar y hacer más eficiente los negocios regionales”, apunta Del. “Y para las empresas extranjeras es una oportunidad para pagar sólo un impuesto de un 12 por ciento al mes, que es a la renta de no residentes”.

Imponente vista desde la terraza del WTC, donde se aprecia la “lengua” que divide la Mansa de la Brava. Foto: Juano Tesone / Enviado especial

En el piso tres funcionará la Administración del edificio, donde habrá un encargado o portero, además de un gerente de operaciones, recepcionistas y personal de mantenimiento que resolverá cualquier problema o urgencia que tenga que ver con el funcionamiento de la oficina. “Como esto es alquiler, la empresa desarrollista se encargará del management del WTC. Nosotros nos ocuparemos que nuestros inquilinos estén cómodos y felices, y sólo se tengan que dedicar a sus negocios, del resto estaremos para cualquier inconveniente”, señala Del.

En el quinto estarán las amenities. “En un edificio residencial tenés gimnasio, piscina climatizada, sauna, spa, una canchita de tenis o paddle. Bueno, nada de eso aquí: pero contaremos con salas de reuniones amplias para oficializar anuncios hasta para veinte personas, que estarán disponibles para aquellas compañías que no dispongan del suficiente espacio. También habrá una cafetería y restorán de carta corta y un salón de eventos con un auditorio para setenta personas”, enumera Del.

Ultima escala. Llegamos al sexto, la primera planta que está terminada. “Ya están instalados los sistemas de calefacción y aire acondicionado, teleproceso y bombas elevadoras. Se ven las oficinas en rústico, o como se suele decir en Argentina, en obra gris, simplemente porque todo es gris. Se puede entregar así como está, o tal vez una empresa quiere tener todo listo para evitar lidiar arquitectos ni obreros”, describe Kimelman.

Volvemos al montacargas y descendemos. Tanto Kimelman como Del destilan satisfacción y orgullo por la obra que se encuentra en su recta final. Narancio, el emprendedor, coordina una fecha de encuentro probablemente para firmar contrato. “A este paso, pronto alquilaremos todo. Sabemos que es un producto distinto y que no hay en Punta del Este“. Nos despedimos, cruzamos a la Plaza de los Artesanos y la perspectiva al ras del suelo es de una obra colosal.

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