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Los tentáculos de USAID en Uruguay

La relación entre la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y Uruguay se ha caracterizado por una serie de iniciativas en educación, desarrollo social y prevención de la violencia. Sin embargo, esta colaboración levanta interrogantes sobre si verdaderamente se trata de una ayuda desinteresada o si podría encubrir una forma de injerencia extranjera en asuntos domésticos uruguayos. Este artículo se propone desentrañar algunos de los matices de esta relación.

USAID: ¿Qué es y Cuál es su Propósito Declarado?

USAID, como agencia gubernamental de Estados Unidos, tiene como misión oficial promover el desarrollo internacional, responder a desastres y fomentar la prosperidad, la seguridad y la gobernanza democrática. A pesar de estas supuestamente nobles intenciones, todos en el sistema político saben que es un mecanismo de coerción y “soft power” del gobierno de EEUU. 

USAID en Uruguay:
En mayo de 2024, USAID y la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional (AUCI) formalizaron su colaboración mediante un memorando de entendimiento, el cual marcó el inicio de una cooperación trilateral en América Latina. Este acuerdo simboliza una alianza para trabajar en objetivos de desarrollo compartidos, pero también abre el debate sobre la influencia estadounidense en la política de desarrollo de Uruguay.

Históricamente, USAID ha financiado programas en Uruguay; por ejemplo, el Fondo de las Américas en 2004 otorgó medio millón de dólares a ONGs locales para proyectos socioambientales. Más recientemente, la colaboración con Cure Violence Global para la prevención de la violencia en Montevideo ha sido particularmente polémica. Cure Violence, tras realizar estudios de prefactibilidad, sugirió que Uruguay estaba en condiciones de adoptar su modelo de interrupción de violencia, financiado parcialmente con 2 millones de dólares de un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Esta iniciativa no ha sido aceptada por todos dentro del gobierno uruguayo, con partidos como Cabildo Abierto expresando su desacuerdo y críticos como el diputado Gustavo Zubía cuestionando su eficacia y pertinencia.

| Redacción

En 2020, USAID donó US$ 600.000 a Uruguay para “enfrentar la crisis por el coronavirus.”

En 2016, USAID proporcionó asistencia a Uruguay, aunque no se especifica la cantidad exacta invertida. La ayuda incluyó $50,000 para la respuesta a las inundaciones que afectaron al noroeste de Uruguay en diciembre de 2015, destinados a la adquisición y distribución local de suministros de emergencia, como kits de higiene y materiales para refugio.

Uruguay ha invertido en programas de intercambio educativo de Fulbright, invirtiendo anualmente $500,000 usd para facilitar que sus estudiantes accedan a becas para estudios de posgrado en Estados Unidos. Además, la inversión de hasta $100,000 en programas de enseñanza de inglés, es decir, el gobierno Uruguayo ha invertido dinero de los contribuyentes en proyectos como este. 

La influencia de USAID en la política interna de los países

USAID era en muchos casos lo que podría asimilarse a una herramienta de intervención encubierta de los Estados Unidos para moldear políticas internas de otros países a su conveniencia. La ayuda económica se convierte en un medio para influir en la legislación, promover cambios políticos que favorezcan a EE.UU. o incluso para desestabilizar a gobiernos no alineados con los intereses específicos de USAID que muchas veces no van de la mano con los intereses de la nación, ya que USAID históricamente es una organización tomada por la izquierda.

La influencia de USAID es una amenaza directa a la soberanía nacional, donde los países involucrados pierden la capacidad de autodeterminación en sus políticas internas, condicionadas por la diplomacia y el softpower estadounidense para adoptar políticas de izquierda, vía agendas progresistas como del lobby LGTB, o el lobby abortista Planned Parenthood. La legislación y las decisiones gubernamentales pueden ser influenciadas o dictadas por agendas externas, lo que erosiona la autonomía política.

Una vez contrastados los datos, podemos inferir que USAID no es solo un vehículo de ayuda humanitaria y desarrollo, sino un instrumento político que puede ser utilizado para asegurar influencia y control sobre la política interna de otros estados, a menudo a costa de su soberanía y del bienestar de su propia población.

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