WASHINGTON.- El tercer aniversario de la atroz invasión rusa encuentra a los ucranianos, de pronto, ante una perspectiva hasta hace poco inimaginable: la posibilidad de ser abandonados por su principal aliado extranjero. Y los obliga a preguntarse si podrán seguir luchando contra el invasor, y durante cuánto tiempo, sin la ayuda de Estados Unidos.
Las relaciones entre los gobiernos de Kiev y de Washington vienen en caída libre desde hace unos días, cuando los delegados del presidente Donald Trump abrieron negociaciones con Rusia en Arabia Saudita… sin participación de los ucranianos ni de ninguna otra nación de Europa. Para colmo, se dice que Trump quedó furioso con su par ucraniano, Volodimir Zelensky, por haber rechazado su reclamo de que Ucrania le cediera la mitad de sus riquezas minerales a Estados Unidos. Trump se despachó con una inquietante parrafada contra el líder democrático de Ucrania: lo llamó “dictador” y lo culpó absurdamente de la invasión de Rusia, a la que nadie provocó.
No voy a llegar tan lejos como el prestigioso politólogo Francis Fukuyama, que el jueves escribió que “Estados Unidos acaba de pasarse de bando en la guerra de Ucrania”. Todavía es posible que Trump vuelva a virar hacia Kiev, sobre todo si llega a un acuerdo con Zelensky sobre el reparto de los recursos minerales de Ucrania. Pero lo cierto es que incluso algunos de los partidarios de Trump están alarmados por su giro anti-ucraniano: en su edición del viernes, el diario The New York Post, de Rupert Murdoch, publicó una foto de tapa de Putin con este encabezado: “Presidente Trump: ESTE ES UN DICTADOR”. Y en el interior, el artículo de fondo advertía sobre los peligros de la política de “apaciguamiento” y de un acuerdo de paz que implique “arrodillarse ante el rostro del mal”.
La pregunta es qué haría Ucrania si Trump y Putin llegan a un acuerdo que compromete fatalmente la soberanía de Ucrania. Y razones para tener miedo sobran, porque Trump ya cerró acuerdos unilaterales anteriormente: en 2020, sus representantes firmaron un acuerdo con los talibanes que contemplaba el retiro de todas las tropas norteamericanas de Afganistán y el compromiso del gobierno afgano de liberar a 5000 prisioneros talibanes. A cambio, todos los talibanes tuvieron que comprometerse a no permitir que el país se convirtiera en una base para el terrorismo. El entonces gobierno afgano estaba furioso, pero fue excluido de las negociaciones. Un año después, caía el gobierno de Kabul.
Para Ucrania, perder el apoyo de Estados Unidos tendría consecuencias menos nefastas, pero de todos modos graves. Para empezar, Ucrania no depende de las tropas norteamericanas, y su gobierno es inmensamente más popular que el régimen de Ashraf Ghani en Afganistán. Sobre todo, y a diferencia de Afganistán, Ucrania tiene otros importantes aliados más allá de Washington: los países de Europa ya le han enviado a Kiev más ayuda que Estados Unidos, tanto en asistencia financiera como humanitaria. Y Ucrania, a diferencia de Afganistán, también a construido su propio complejo bélico industrial, que en 2024 fabricó más de 1,5 millones de drones, un arma que actualmente representa la mayor defensa ucraniana contra los ataques rusos.
“¿Quedarse sin la ayuda de Estados Unidos complicaría la situación para las fuerzas de Ucrania? La respuesta es que sí”, posteó un exmilitar ucraniano en la red social X. “¿En seis meses eso llevaría a un colapso total de las fuerzas ucranianos? La respuesta es que no. Lo que sí implicaría es la muerte de más soldados y civiles ucranianos, especialmente si se agota el material de defensa antiaérea, pero en el campo de batalla no se produciría un colapso repentino”.
Celeste Wallander, hasta hace poco subsecretaria de Defensa norteamericana, concuerda: “Tomando en cuenta todo el material bélico enviado, todo lo que ya entró en la cadena de abastecimiento, y sumado a lo que envía Europa y lo que podría enviar, si lo utiliza bien Ucrania puede seguir luchando al menos durante todo el 2025″.
A plazo más largo, sin embargo, las consecuencias del retiro de la ayuda norteamericana serían más nefastas. “La conclusión es que no: Ucrania no puede sobrevivir sin apoyo de Estados Unidos”, dice otro exfuncionario del gobierno norteamericano, y detalla cuáles son al menos dos de sus mayores vulnerabilidades.
“Sin las sanciones impulsadas por Estados Unidos y los controles a las exportaciones de Rusia, la industria de defensa del Kremlin experimentará un boom de producción, incluso más allá de su auge actual, que ya está a la altura de la industria occidental, sobre todo en materia de armamento crucial, como la producción de municiones y misiles”, dice el exfuncionario de Defensa.
“Por otra parte, los europeos han avanzado mucho, pero hay ciertas tecnologías y capacidades claves que aporta Estados Unidos y que han sido cruciales en la guerra —los NASAMS, los sistemas de misiles Patriot, los HIMARS/GMLRS—, y Europa no está en condiciones de escalar rápidamente esa producción como para cubrir el bache que dejaría Estados Unidos. Los europeos tienen otras defensas antiaéreas —sistemas de lanzamientos múltiples de cohetes—, pero los sistemas norteamericanos son los mejores, ya han sido entregados y utilizados en grandes cantidades, y simplemente necesitan reabastecimiento de municiones y servicio de mantenimiento. Y la industria europea no puede sacar todo eso de la galera”.
Un exfuncionario ucraniano menciona otras dos preocupantes vulnerabilidades: actualmente Ucrania depende de la inteligencia norteamericana para apuntarle a sus objetivos, y de la red Starlink de Elon Musk para conectar sus unidades militares a través de internet satelital. La agencia de noticias Reuters informó que los negociadores de Estados Unidos amenazaron con cortar el acceso a Starlink si Zelensky no aceptaba el extorsivo reclamo de Trump de que le entregue la mitad de las riquezas minerales de Ucrania. Si pierde ese acceso a esa información de inteligencia y a la red de wi-fi satelital, las tropas ucranianas terminarían combatiendo a ciegas.
Andrea Kendall-Taylor, exvicedirectora de inteligencia nacional de Estados Unidos para Rusia y Eurasia, me dijo que si Estados Unidos deja a Ucrania librada a su suerte, también tendría graves consecuencias para la moral de los ucranianos y de los europeos en general. Kendall-Taylor teme que algunas naciones europeas piensen que sin ayuda de Estados Unidos la guerra es una causa perdida y empiecen a reducir su apoyo a Ucrania, y que en Ucrania se agrave la falta de tropas cuando muchos ucranianos duden en enrolarse en una batalla al parecer sin esperanza.
También es posible, por supuesto, que al saberse solos tras el retiro de Estados Unidos, los ucranianos y los europeos se encolumnen y se esfuercen más para defenderse de la invasión rusa. El gasto europeo en defensa, que viene aumentando por noveno año consecutivo, alcanzó un nuevo pico en 2024 y las naciones europeas actualmente evalúan otro importante aumento. La carta de triunfo que podría jugar Europa, por así decirlo, es entregarle a Ucrania los 300.000 millones de dólares en fondos rusos que tiene congelados en sus bancos. Esa suma supera todo lo que Ucrania ha recibido en ayuda exterior de parte de Estados Unidos y Europa desde el inicio de la guerra, y podría utilizarse para compensar el déficit en la producción europea de municiones. Pero queda una incógnita: ¿Trump le vendería armas a Ucrania si desafía su voluntad?
La conclusión, dice Kendall-Taylor, es que “cada vez hay mayor riesgo de que todo esto termine muy mal”, pero que “sigue habiendo mucha incertidumbre sobre cómo le iría a Ucrania sin apoyo de Estados Unidos”.
Ojalá nunca necesitemos una respuesta definitiva a esa pregunta, porque las consecuencias de un corte de la ayuda norteamericana serían devastadoras: definitivamente resultaría en una pérdida de vidas aún mayor, y fácilmente podría desembocar en que Ucrania pierda la guerra.
Esa derrota sería una tragedia humana para Ucrania, una tragedia geopolítica para Estados Unidos y Europa, y un gave problema político para Trump, que solo logró esquivar la culpa por la caída de Afganistán porque ocurrió cuando Biden ya era presidente. Pero esta vez, si intenta obligar a Zelensky a firmar un acuerdo de paz que deje a Ucrania a merced de Rusia, Trump no podría esquivar su responsabilidad por la derrota de Ucrania.
(Traducción de Jaime Arrambide)
The Washington Post
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