«Hay una tarea que les pido, por favor, desmasculinicen la Iglesia», reclamó el papa Francisco el pasado jueves ante un grupo de la Comisión Teológica Internacional y en medio de las presiones de algunos sectores para lograr el denominado diaconado femenino.
«La Iglesia es femenina. Y si no sabemos entender qué es una mujer, cuál es la teología de una mujer, nunca entenderemos qué es la Iglesia», agregó el Sumo Pontífice.
Entrevistada por Télam, la teóloga española reflexionó sobre las transformaciones que atraviesa la Iglesia y los conflictos que «no se terminan de resolver por miedo a repensar el papel de hombres y mujeres dentro de la Iglesia, el miedo a repensarnos como personas».
Martínez Cano es doctora en Educación, licenciada en Teología Fundamental, docente universitaria y autora del libro De Evas, Marías y otras mujeres, entre otros títulos.
«La palabra feminismo refleja la reivindicación de la inclusión, que es a su vez una categoría evangélica que está en la palabra, la vida y las acciones de Jesús»Silvia Martínez Cano En sus trabajos articula el arte, la educación y la Teología desde una perspectiva de estudios de género y es integrante de la Asociación de Teólogas Españolas, que presidió entre 2016 y 2023.
– Télam: ¿Qué reflexión hace respecto del llamado del Papa a «desmasculinizar la Iglesia» y a una mayor presencia femenina?
– Silvina Martínez Cano: Quizás hay que matizar un poco la expresión. Entiendo que Francisco lo que quiere decir es que tiene que haber, en determinados lugares, una participación más mixta de hombres y mujeres en la gobernanza de la Iglesia pero creo que no se trata solo de «desmasculinizar». La propuesta es más bien reducir la práctica del machismo dentro la Iglesia y eso supone, evidentemente, «desmasculinizar» como una de las primeras acciones, pero tiene que haber otras acciones que van en paralelo a esta. Lo mismo respecto a una mayor participación de las mujeres, que hoy se calcula son un 80% de los fieles en la Iglesia católica. Entonces, no se trata de más participación, porque las mujeres ya participan, sino pensar de qué manera lo hacen y en qué lugares. Esta reflexión, que es mucho más profunda, es la que ya ha surgido en el sínodo y es la línea a profundizar.
«La inclusión no se puede eliminar de la propuesta cristiana hoy»Silvia Martínez Cano– T: Sin embargo, el Papa dijo que no se resuelve «por el camino ministerial», es decir, a través de la ampliación de los cargos ocupados por mujeres. ¿Es una limitación?
– SMC: Para la reducción del machismo en la Iglesia, el ministerio sacerdotal no es la única vía. Creo que hay muchas otras medidas que pueden ayudar a un equilibrio mayor entre hombres y mujeres en la Iglesia. Evidentemente la reflexión sobre el sacerdocio es una cuestión que habrá que abordar en el momento preciso, pero hay otras cuestiones que van previamente, que tienen que ver con el reparto de liderazgos, la participación en formación, en teología, el liderazgo en parroquias y celebraciones, y eso significa un replanteamiento de la celebración o la liturgia cristiana en general. Son cuestiones que tocan el ministerio sacerdotal y que ayudarán a las transformaciones de la Iglesia.
– T: ¿Qué puede aportar, en ese escenario, el feminismo cristiano y la teología en clave de géneros?
– SMC: Justamente las acciones (necesarias más allá de la desmasculinización) son algunas de las prácticas que propone el feminismo cristiano, es decir, aplicar el evangelio desde una mirada feminista. Cuando digo feminista no me refiero solamente a una mirada de mujeres, sino entendiendo el sentido verdadero del término. La palabra feminismo refleja la reivindicación de la inclusión, que es a su vez una categoría evangélica que está en la palabra, la vida y las acciones de Jesús.
– T: ¿En qué sentido?
– SMC: El feminismo cristiano pone en práctica esa inclusión. En el momento en que se incluye en igualdad y se evita la discriminación estamos practicando un feminismo cristiano, aún sin saberlo. Esta propuesta de inclusión, de aceptar esa diversidad que hay en (ámbitos eclesiásticos), es la vía para la transformación de la Iglesia. Hoy el feminismo es un signo de los tiempos y uno no puede ser cristiano o cristiana si no es feminista, porque la inclusión no se puede eliminar de la propuesta cristiana hoy.
«El modelo de creyente que vemos en María en los Evangelios, que es nuestra principal fuente, es una mujer empoderada»Silvia Martínez Cano– T: ¿La reflexión crítica de las mujeres respecto a su experiencia cristiana ha sido motor de transformaciones dentro de la Iglesia?
– SMC: El malestar de las mujeres siempre ha existido a lo largo de la Iglesia, a poco que empezamos a estudiar algunas mujeres históricas que han sido parte de la Iglesia encontramos su malestar. Es verdad que ese malestar se hace muy presente en el Concilio y en el post Concilio (del Vaticano II), pero hay otros factores que han permitido las transformaciones sociales, de pensamiento y de prácticas. De todas formas, la incomodidad de las mujeres ha influido mucho y ahora mismo si no escuchamos esa voz (de las mujeres) nos perdemos una parte muy importante de esa transformación de la Iglesia y los procesos sinodales que se están dando. Escuchar significa escuchar a los que nunca se ha escuchado.
– T: En ese estudio de las mujeres históricas de la Iglesia, ¿qué significación adquiere la figura de la Virgen María, cuya Inmaculada Concepción se conmemora mañana?
– SMC: Como dicen los documentos del Concilio (del Vaticano II), María es la primera creyente y modelo para todo creyente. A veces se utiliza a María para destacar algunas características que le imponemos, como ser sumisa, callada, siempre a la escucha. Sin embargo, el modelo de creyente que vemos en María en los Evangelios, que es nuestra principal fuente, es una mujer empoderada, que sale de su casa, que se atreve a dar pasos, que se atreve a cuidar a otras como en su encuentro con Isabel y que sigue a su hijo después de haberle educado, incluso hasta contemplarlo en la cruz. Nos habla de una María que se enfrenta al mundo y ese es el modelo de cristiana valiente -y no de sumisión- que se nos muestra para hombres y mujeres.