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El vals deseable de los alumnos con ChatGPT

En noviembre de 2022, la irrupción de ChatGPT puso a la inteligencia artificial en el centro de la imagen. Lo que hasta entonces parecía una utopía romántica, ahora estaba al alcance de la mano. Cada vez que alguien compartía una experiencia nueva, la emoción crecía, igual que las discusiones sobre su potencial (positivo o negativo). Y es que, ¿quién no se sorprende al recibir una respuesta rápida y coherente de una máquina? Nos da la impresión que realmente piensa y razona. Podes pedirle que escriba un poema, resuma un texto, traduzca un párrafo, y todo lo hace con una eficiencia asombrosa. Pero esto no significa que la IA nos haga irrelevantes. Al fin y al cabo, lo que llamamos inteligencia artificial está lejos de ser una inteligencia real. No piensa ni razona; es solo un algoritmo que trabaja con probabilidades. Y aunque lo hace bastante bien, la intervención humana sigue siendo imprescindible.

La gran pregunta que ha estado rondando desde entonces, especialmente entre docentes y directivos, es: “¿Qué hacemos ahora?”; la IA nos obliga a enfrentarnos a verdades incómodas sobre nuestro sistema educativo. Nos hace cuestionar hacia dónde deberíamos dirigir nuestros esfuerzos, si estamos preparados para este cambio, qué es lo qué vale la pena y es importante enseñar y qué habilidades debemos desarrollar en las nuevas generaciones entre otras.

Así que, ¿cómo integramos la IA en la educación? Desde el punto de vista de los estudiantes, es fundamental generar las oportunidades para que se conviertan en líderes de la IA, no en simples consumidores pasivos. Imaginemos un aula donde los estudiantes no usan la IA para hacer tareas más rápido y de manera automática, sino que pueden apalancarse en ella para resolver problemas complejos, explorar temas en profundidad y desarrollar habilidades críticas. La idea es que aprendan a interactuar con ella de manera inteligentemente humana: saber qué preguntar resulta tan importante, como poder evaluar las respuestas que recibe y volver a preguntar para complejizar la tarea. Es lo que llamo el vals GPT. Los alumnos van y vienen…Les piden algo a la IA y ese producto que reciben es el punto de inicio para que se pongan a trabajar para que “amasen las ideas” y que pongan en juego diferentes habilidades cognitivas. De nuevo, no se trata de que la IA les haga las tareas, sino de que los alumnos la usen para potenciar sus capacidades. Es así que pueden dejar de ser sólo consumidores y convertirse en los líderes de la IA

Para los docentes, la situación es un poco más compleja. Hay una corriente que sugiere que la IA podría reemplazarlos, revitalizando la fantasía de la “máquina de enseñar” capaz de adaptarse a las necesidades de cada estudiante. Pero aprender no es solo acumular bloques de contenido, y enseñar no es simplemente presentar esos bloques de manera precisa. El uso de la IA no va por allí aunque la reducción de costos, la eficiencia, y la objetividad son palabras con alto poder de seducción.

Por el contrario, podemos ver a la IA como una herramienta que enriquece y empodera a los docentes. El campeón de ajedrez Garry Kasparov hablaba de los “centauros”, seres mitad humanos, mitad máquinas, que combinan lo mejor de ambos mundos. De manera similar, los docentes pueden usar la IA para diseñar mejores experiencias de aprendizaje, que despierten en los alumnos la curiosidad y el entusiasmo por aprender que es el verdadero motor del aprendizaje. La IA es un par, un copiloto con quien dialogar y en ese diálogo mejorar su tarea.

En definitiva, el objetivo es aprovechar la IA como un aliado, no como un atajo. La clave es asumir que los estudiantes la van a usar y adaptar nuestras consignas para que puedan hacerlo de manera crítica, y no perseguir fantasías de detectores de IA. Queremos que la usen, sí, pero también queremos que esa respuesta que reciben sea el punto de partida para un trabajo más profundo. Es en este ir y venir donde se pueden generar aprendizajes valiosos. Aprendizajes que, como dice Meli Furman, “hacen brillar los ojos y se expandan los horizontes”.

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