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Dolor y silencio en Guillena: Era una familia muy conocida en el pueblo, tenían una frutería

Calles antes de llegar a la de Fernando Martín, en el municipio sevillano de Guillena, el olor a humo ya impregna el aire. En los alrededores, y tras el cordón policial, corrillos de vecinos observan en silencio, conmocionados, la vivienda calcinada en la que este domingo a primera hora de la mañana fallecieron los cuatro miembros de una familia. Bomberos, Guardia Civil, Policía Judicial, autoridades locales y medios de comunicación completan el trágico escenario.

La consternación es total. Todavía en estado de shock, una mujer vaticina que «lo peor no es hoy… lo peor será mañana», cuando vecinos y familiares comiencen a asimilar la desgracia. Cuesta hablar. «Imagínate como estamos…» se limita a comentar una joven. El silencio cae como plomo en las inmediaciones de la vivienda adosada. Solo lo atraviesan algunos comentarios: «las rejas», «se quedaron atrapados», «16 años».

Es poco lo que se sabe aún del suceso. Será la inspección de la Policía Judicial la que el próximo lunes arroje algo más de información sobre cómo se originó el incendio. Lo que sí se sabe es que fue una tragedia en 15 minutos. Que el fuego se propagó con muchísima rapidez. Que el domicilio contaba con rejas en las ventanas. Que la familia no pudo escapar a tiempo.

«Una familia muy conocida»

Conmocionada, una vecina cuenta a El Correo de Andalucía que «era una familia muy conocida en el pueblo». Eran de Torre de la Reina, una pedanía perteneciente a Guillena a la que los vecinos se refieren como «la Torre». El padre tenía una frutería, donde también trabajaba la madre, de 51 años. Aparcada junto a la vivienda continúa la furgoneta gris con la que «El Gordito», como llaman cariñosamente al fallecido, iba y venía a Mercasevilla a por los productos para su negocio. A través de las ventanas del vehículo asoman unas cuantas cajas de fruta apiladas, vacías.

A la pregunta de si conocían a la familia, esta vecina no puede contener las lágrimas: «Sus hijos me llamaban ‘tita’. Éramos como primos. Nos hemos criado juntos», relata con dolor. Precisamente, la noche de la tragedia su hijo y el menor fallecido habían salido juntos y habían ido a la Velá que se estaba celebrando en un barrio del municipio. «Llegaron a las seis de la mañana… y esto fue a las ocho…», relata. El Ayuntamiento de Guillena ha cancelado las fiestas populares, ha decretado tres días de luto desde las 15:00 horas de este domingo y ha ordenado que se suspendan todos los actos oficiales hasta el próximo miércoles.

Guillena es un pueblo pequeño, todos se conocen. La vecina íntima de la familia cuenta que los padres de la mujer viven en la calle paralela y que los familiares están siendo atendidos por los servicios de apoyo psicológico. Son personas mayores, y el padre cuenta con una patología, por lo que esta amiga se muestra preocupada por el efecto que la noticia de la tragedia pueda tener sobre ellos.

Un grupo de chavalillos observa en silencio la escena. Asienten con tristeza cuando les preguntan si eran amigos de los jóvenes fallecidos. Uno de ellos está en primero de la ESO y otro en tercero, y conocían al chico de 16 años del instituto. «¿Sabes que ayer fue el último partido de fútbol que echó con Dani (nombre ficticio)?», comenta uno; que no obtiene respuesta por parte de otro. No hay ánimo de hablar. No salen las palabras. Y, cuando salen, solo aportan detalles que hacen más doloroso el suceso: «Mañana es el cumpleaños de la novia», cuenta el más mayor.

Las rejas convirtieron la casa en una «ratonera»

En las casitas del aljarafe sevillano es muy habitual encontrar rejas en las ventanas. Es tan común que pasan desapercibidas y, de hecho, muchas de las viviendas de la calle del suceso también las tienen. Sin embargo, no todas tienen rejas en las ventanas de los dormitorios. Las de la familia fallecida sí las tenía. Lo poco que se sabe hasta ahora del suceso es que las rejas convirtieron el adosado en una ratonera sin salida.

El alcalde de la localidad, Lorenzo Medina, constató que los cadáveres fueron encontrados «en la segunda planta sin haber podido salir a la escalera que da acceso a la terraza de la azotea». Unas vecinas comentan para sí que «en esos momentos ni encuentras la llave ni encuentras nada…».

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