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Israel se impone en la guerra de Gaza, su mayor desafío en 75 años

Israel prevé profundizar su dominio en el sur de la Franja de Gaza, con eje en la ciudad de Khan Younis, en los próximos 6 meses a un año, al tiempo que estima haber destruido más de 40% de la estructura logística y de comando y control de Hamás en el norte de la Franja, incluyendo el centro del dispositivo, donde se encuentra situado el estado mayor de la organización terrorista, ubicada en los 8 pisos bajo la superficie del Hospital Central de al-Shifa.

Las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) estiman que Hamás dispone de 24 batallones integrados por 25.000 combatientes a quienes les ha infligido más de 5.000 bajas, incluyendo 1.500 milicianos caídos al recuperar las 22 poblaciones y unidades militares ubicadas en territorio israelí de las que se apoderó Hamás el 7 de octubre, cuando impuso a Israel una masacre de 1.200 muertos entre hombres, mujeres y niños.

En los combates posteriores en la Franja de Gaza, Israel ha eliminado unos 4.000 combatientes de Hamás, lo que significa que ha destruido al menos 10 de sus 24 batallones, lo que abarca más de 50 comandantes de nivel medio.

En los próximos 6 meses a un año, Israel estima completar la destrucción del aparato combatiente de Hamás, penetrando en el sur de la Franja, incluido el control de la ciudad de Khan Younis, así como la totalidad de la zona fronteriza con Egipto centrada en la localidad de Rafah.

En esta segunda fase, Israel se propone eliminar a los tres jefes principales de Hamás que permanecen en Gaza — Mohammed Deif, Yahya Sinwar y Marwan Issa— y el mayor número posible de comandantes de sus subunidades, con el objetivo de terminar con su capacidad de iniciativa.

El plan de guerra israelí tiene un objetivo nítido e inequívoco: destruir a Hamás y eliminar a su estructura de conducción política y militar en todos los niveles.

Como todo plan de guerra efectivo dispone de un carácter flexible, con múltiples fases dictadas por los acontecimientos, incluyendo la presión internacional, las oportunidades que se ofrezcan para liberar rehenes y los progresos que se logren en acelerar o frenar las operaciones de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), sin descartar la posibilidad de un colapso parcial o total de las estructuras combatientes de Hamás ante la profundidad y el éxito de la ofensiva.

Todo esto tiene lugar en un conflicto que ha adquirido un carácter prolongado, de uno o quizás dos años de duración, donde hay que prever períodos de estabilización relativa seguidos de otros de súbita e intensa aceleración donde el tiempo se convierte en el factor estratégico esencial.

Israel ha adquirido, sobre todo a partir del 7 de octubre, que es un auténtico punto de inflexión en la historia del Estado, una profunda paciencia estratégica.

El 7 de octubre transformó para siempre la actitud vital de Israel como pueblo y nación, del cual surgió la lógica y el sentido del plan de guerra israelí, que es destruir a Hamás y eliminar a sus cuadros dirigentes, re imponiendo la capacidad de disuasión que el Estado perdió el 7 de octubre.

No hay otro objetivo después de éste, en el que se juega su supervivencia nacional. Es la lógica de la necesidad la que está en juego, algo en lo que el Estado hebreo se ha especializado desde su fundación el 14 de mayo de 1948, al habitar una región que le ha sido sucesiva y absolutamente hostil.

Israel ha encontrado también una estrategia efectiva para destruir la red de túneles de Hamás; y hasta el momento ha identificado solo en la zona norte de Gaza con eje en la ciudad de este nombre, más de 800 entradas subterráneas, y ha destruido a 500 de ellas, junto con un colapso sistemático en las demás.

Esto implica un éxito notable desde el punto de vista táctico, pero no es todavía una victoria estratégica, que requiere controlar la totalidad del territorio de la Franja, un proceso en marcha tras haber penetrado con gran ímpetu en la zona sur. Hay que advertir que las entradas principales de la red de túneles de Hamás de 500 kilómetros de extensión se encuentran en todos los edificios públicos, en especial hospitales, mezquitas y escuelas.

La estrategia ofensiva israelí es multifacética: convergen blindados, infantería, fuerza aérea, artillería y una numerosa flota de drones de última generación. Todo este conjunto letal es conducido centralizadamente, sobre la premisa de un completo dominio de la inteligencia de lo que sucede sobre el terreno. Las Fuerzas de Defensa Israelíes no tienen ningún tipo de “niebla” operativa.

Las FDI cuentan con un cuerpo de ingenieros anti túneles altamente especializados, así como comandos subterráneos expertos en colapsar las redes de túneles de Hamás, cuyos equipos están constituidos por robots y drones de gran autonomía y flexibilidad, muchos de carácter diminuto.

Esta es la estrategia, los instrumentos y equipos con que el Estado de Israel se está imponiendo en su guerra destinada a destruir a Hamás, que es el mayor desafío existencial en su historia de 75 años de guerras y conflictos.

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