El prestigioso abogado y especialista en derecho constitucional Alejandro Carrió rechazó la posible designación por decreto de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para ocupar las vacantes en la Corte Suprema de Justicia y criticó al gobierno de Javier Milei por su falta de republicanismo. “No hay peor forma de garantizar la independencia de un juez que nombrarlo por decreto“, aseguró Carrió en una entrevista con Clarín.
-¿Funciona mal la Justicia en Argentina?
-Los sistemas procesales siguen siendo malos, lentos. Hay demasiados participantes en las distintas etapas de un proceso judicial y estoy seguro que el habitante medio tiene la sensación de que cuando recurre a la Justicia sabe cuándo ingresa y nunca sabe cuándo sale o si va a encontrar la solución que está esperando. El factor más relevante de eso es el peso que la política sigue teniendo en el mecanismo de selección y mantenimiento de los jueces en su cargo. Los jueces son designados de arranque por la política, entonces miran un expediente y piensan “yo tengo una opinión jurídica, pero qué va a suceder cuando yo vuelque esa opinión jurídica en un expediente”. Hay casos que a la política no le interesan, entonces tenés ahí una justicia mucho más confiable y predecible. La justicia ordinaria de la ciudad de Buenos Aires es una justicia bastante técnica. Mi única queja es que es lenta. En el mundo de Comodoro Py la política puede tallar y ahí entrás en un terreno patinoso porque los jueces resuelven mucho más lo que les conviene a ellos que lo que deberían resolver según el derecho.
-¿Hasta dónde se puede salir del libreto en un fallo?
-Tallan factores como el peso de la política y la opinión pública. Carlos Fayt lo llamó “cronoterapia”, que significa adaptar los tiempos de las sentencias según si el año es electoral o según quién ganó las últimas elecciones. Eso es decididamente malo. Los jueces jamás deberían fundar su decisión según cuánto debería afectar al gobernante de turno. Una vez que tomaron la decisión que corresponde, tienen que tener la fortaleza para sostenerla.
-¿Cómo abogado? ¿Cuánto le complica la vida?
-Nos complica mucho no tener claridad acerca de la interpretación de las reglas. Se supone que somos un gobierno de leyes y no de hombres, la máxima norteamericana que se ha seguido poco. Al litigante le complica no poder decirle con certeza a su cliente qué va a suceder. Cuando la política no juega es bastante más posible para nosotros decir “si yo hago el planteo A, las respuestas son B, C o D”. Cuando influye la política viene un juez y la respuesta es Omega. Entonces viene el cliente y te dice: “Doctor, nunca me dijo que podía ser Omega”. Uno, entonces, le responde que el caso tiene un trasfondo político y que Omega empieza a ser posible.
-¿Siempre funcionó así el sistema judicial?
-Yo empecé a ejercer la profesión en los últimos años del proceso militar y después viví dos años en Estados Unidos. Con el advenimiento de la democracia, los primeros seis años, en el gobierno radical de Raúl Alfonsín había un apego alto a las normas jurídicas y a la Constitución. Los jueces tenían trayectoria y conocimiento y a mí me daba temor ir a ver a uno de esos jueces y sugerirle lo que tenían que hacer. Tenía la total seguridad de estar enfrentando señores, que eran rectos. La ampliación de la Corte en el ’90, en manos de Menem, con el cambio del sistema penal y la designación de jueces, motivaron la aparición del edificio de Comodoro Py porque había que encontrar un lugar para todos. Eso derivó en que los valores de predictibilidad de los jueces empezaron a bajar y nunca se volvieron a recuperar.
-¿Qué opinión tiene del gobierno de Javier Milei desde lo institucional?
-Una buena cantidad de argentinos votaron a Milei porque querían que domara la inflación y en eso Milei ha sido exitoso. Quien esperara de Milei un fuerte sentido de republicanismo se debe sentir bastante decepcionado. Es un gobierno que empezó con desventaja, por tener poquísimo apoyo en las dos cámaras y con la Corte con los jueces ya designados. Había una vacante por Elena Highton, que Alberto Fernández en cuatro años de mandato nunca cubrió. Un error grave. Yo no le critico a Milei que con tan poco apoyo legislativo haya tratado de hacer todo el uso posible de los decretos de necesidad y urgencia, pero los DNU no nacieron con ese objetivo. En varios de ellos no se advierte ni la necesidad ni la urgencia.
-¿Es secundario su modo de expresarse sobre otros actores de la política?
-Yo estoy totalmente en desacuerdo con los que dicen que las formas son secundarias. Un presidente que destrata a los otros poderes, generaliza, insulta y agravia le hace mal al país. A la hora de pensar en candidatos para la Corte Suprema, la propuesta que él hizo, especialmente la de Lijo, ha sido mala. Es un juez que no tiene la excelencia que debería tener un juez de la Corte. Las razones que se dieron no alcanzan: se dijo que conoce el paño, que maneja las cosas… Puedo hacer una lista de veinte profesionales serios, de personas intachables para cubrir esas vacantes. Lo inteligente hubiera sido enviar la nómina de personas candidatas: García Mansilla puede ser una de ellas. Y que luego fueran los senadores los que pagaran el costo de no aprobar el pliego.
-¿Se tendría que elegir una mujer para la Corte?
-Hubiera sido una decisión inteligente. No estoy seguro de que la Constitución exija paridad de género, pero se podría haber cubierto la vacante con una mujer.
-¿Hay un número mágico para la cantidad de jueces de la Corte?
-Respondo por la negativa. Seguro no tienen que ser más de siete. Argentina tiene una tradición de cinco o siete jueces. Se habló hasta de 25 con Alberto Fernández como presidente, con el pésimo argumento de que iban a ser cubiertas todas las provincias. Un disparate, como si las provincias fueran países extranjeros que necesitan una embajada en el cuarto piso de Tribunales.
-¿Es viable nombrar jueces por decreto en comisión?
-Si uno analiza el texto frío de la Constitución uno podría decir que sí, siempre que la vacante se llene en un momento en que el Senado esté en receso. Dicho eso, estoy seguro de que una de las pautas más seguras para interpretar una norma es calibrar las consecuencias que derivan de esa interpretación. Serían jueces renovables, a tiro de ser removidos cuando termina su mandato por la lapicera presidencial. No hay peor forma de garantizar la independencia de un juez que nombrarlo por decreto y ponerle en la frente el rótulo de removible.
-¿Qué piensa sobre el fallo de la Corte que obliga a las cámaras de la Ciudad a remitir sus sentencias al Tribunal Superior de Justicia porteño?
-En el ’94 se le dio autonomía a la Ciudad y al mismo tiempo se determinó que tenía autonomía con su propio Poder Judicial. Lo que se buscó era que los jueces de la Ciudad tuvieran la posibilidad de dictar sentencia en todas las materias. Ahí se dio la superposición con los llamados jueces nacionales, que se debió resolver mediante un traspaso. Hubiera sido inteligente dejar de nombrar jueces nacionales. Mientras vos no le toques el bolsillo y la jurisdicción, nadie debería sentirse damnificado.
“Hay gente muy preparada en la Justicia para investigar el escándalo cripto”
El escándalo cripto que atraviesa el gobierno de Javier Milei fue el principal tema de la semana y se perfila para seguir vigente en la agenda mediática, política y judicial.
Una vez que se conoció que el caso llegaba a Comodoro Py se empezó a dudar sobre la capacidad de la Justicia federal para esclarecer un presunto fraude a través de una herramienta novedosa como la criptomoneda. Carrió se muestra esperanzado con el nivel de preparación de los especialistas locales sobre el tema.
“Cuando empezaron a tener auge las estafas virtuales se fueron creando unidades especiales para luchar contra la ciberdelincuencia. Hoy hay gente totalmente preparada. Solo es cuestión de asignar los recursos necesarios para que este tipo de delitos se puedan esclarecer. Conozco fiscales que son tremendamente capaces”, dice.
Además, aclara que “no estoy seguro si hubo una estafa” porque “no sé si quienes invirtieron lo hicieron engañados”. Y desliza: “Me preocupa más que el presidente use Twitter para difundir un determinado activo”.
Sobre posibles investigaciones judiciales el exterior, advierte. “Ojo que se pidió la intervención de la SEC en Estados Unidos y se sabe que hay un estudio internacional que está buscando representar a inversores extranjeros que fueron damnificados”, comenta.
A la vez, concluye: “No veo bienes públicos comprometidos, no veo fraude en perjuicio de la administración pública. Si hay repercusiones es más bien por la credibilidad del presidente, si se aprovechó de un negocio. Pero hay una frase muy cierta: ‘no es un delito todo lo que no nos gusta'”.
Itinerario
Alejandro Carrió es abogado especializado en Derecho Penal, Procesal Penal y Constitucional. Tiene 71 años y es titular del estudio jurídico Carrió Reussi. Se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires, en 1976, y realizó un posgrado en la Universidad de Louisiana, en Estados Unidos, diplomándose como Master of Laws, en 1982. De 1977 a 2010 se desempeñó como parte del estudio fundado por los doctores Genaro Carrió y Laureano Landaburu, de 2010 a 2020 al frente del estudio Carrió & Garay, y desde hace cinco años comparte su actual estudio con los doctores Maximiliano Reussi y Juan Francisco Carrió. Es presidente de la Asociación por los derechos civiles y miembro de la International Academy of Trial Lawyers, además de haber sido docente de Derecho en universidades de Argentina y Estados Unidos. Integra el Cippec y ha escrito numerosas publicaciones especializadas en la materia.
Al toque
Un proyecto: Publicar la correspondencia que mi padre intercambió con varios de los filósofos más importantes del mundo en los ‘60 y ‘70.
Un desafío: Seguir conservando la manera que tengo de ejercer el derecho.
Un sueño: Una Argentina mejor.
Un líder: Nelson Mandela.
Un prócer: Domingo Faustino Sarmiento.
Un recuerdo: Cuando en el año ‘69 mi padre nos llevó a la ciudad de Oxford.
Un placer: La compañía de mis nietos.
Una comida: Cualquier pasta bien hecha.
Una bebida: Tomo poco, pero vino tinto.
Una película: Spotlight.
Una serie: The Newsroom.
Un libro: Ficciones, de Jorge Luis Borges.